El nuevo Decreto de las Escuelas de Música
Se acaba de publicar el nuevo Decreto que regulará las escuelas de música y de las artes escénicas en la Comunitat Valenciana. Un texto de importancia capital para el ecosistema musical valenciano y, en particular, para nuestras sociedades musicales.
Hay mucho en juego: un modelo educativo acertado, la propia subsistencia de las sociedades musicales y, sobre todo, atender a las necesidades formativas y culturales de miles de valencianos.
En términos generales, hay que aplaudir el esfuerzo realizado, en el terreno de la ordenación académica, por la administración educativa. Es una buena política mantener actualizado permanentemente el marco normativo.
La segunda. No es un texto sectario ni “de parte”. Los argumentos expuestos en la exposición de motivos se agradecen, sobre todo, para alguien como el que suscribe que ha tenido responsabilidades en anteriores administraciones. Se dice claramente que este Decreto es una continuación y mejora del anterior, el Decreto 91/2013, de 5 de julio.
Pero vayamos a realizar un análisis más detallado, porque el Decreto es profundamente transformador, innovador y, si me permiten, arriesgado y valiente.
Se incluye en la regulación la posibilidad de configurar escuelas de artes escénicas, es decir, se puede avanzar hacia un modelo más integrado y abierto donde se combinen las enseñanzas del teatro y el circo, además de la música y la danza.
Nos parece positivo, se abren posibilidades para muchas escuelas que quieran adentrarse en este terreno, y quienes quieran quedarse solo en música lo pueden hacer. Solo alguna pega, si proliferan las escuelas de artes escénicas se deberá aumentar la cantidad en subvenciones y ayudas, de lo contrario “saldremos a menos” en el reparto. Y ya anunciamos el verdadero talón de Aquiles del nuevo Decreto, la pasta gansa.
En el terreno pedagógico felizmente se profundiza en un tipo de centro diferente al modelo “conservatorio” con una clara finalidad de atender a la formación del aficionado y normalizar la relación entre sociedad y educación musical.
El primer obstáculo era sortear lo establecido en la Ley Valenciana de la Música que, al incluir las asignaturas de Instrumento y Lenguaje musical como enseñanzas mínimas, obliga a las escuelas de música a organizarse (e identificarse) como un conservatorio elemental. El decreto del 2013 lo sorteó, el actual, mucho mejor.
Ahora, las enseñanzas mínimas no se entienden como asignaturas sino como conocimientos y habilidades. Totalmente de acuerdo.
Y lo mejor del Decreto en el terreno organizativo, el artículo 15 que establece el programa de aprendizaje como la forma básica de organizar la enseñanza en las escuelas de música. Un gran avance que permite huir de los esquemas tradicionales de las enseñanzas formales, organizadas historicamente en cursos y asignaturas. Además, cuando habla de la evaluación, remata la cuestión, negando la aplicación de los conceptos de promoción y permanencia.
Prosigue el Decreto, más adelante, hablando de evaluación abriendo la posibilidad de evaluaciones externas con consecuencias para obtener ayudas y subvenciones. Y no podemos estar más de acuerdo. Cuando se obtienen recursos públicos, una exigencia democrática elemental es someterse a evaluación y control. Pero, ni siquiera los centros concertados de enseñanza general que reciben muchos más recursos públicos soportan tal evaluación externa. Para pensar…
Y siguen las innovaciones, la pandemia ha dejado su huella también en el Decreto permitiendo la formacion presencial o semipresencial con apoyo telemático. Con esta medida, las escuelas de música tienen una
oportunidad de crecimiento y de innovación muy grande.
Sigamos viendo más aspectos. Respecto a las titulaciones y a la formación y capacitación del profesorado, se sigue permitiendo la docencia en estos centros con el Título Profesional de Música. No hay más remedio, lo dice la Ley Valenciana de la Música. Pero hay avances. Ahora se necesita el título, expedido en la especialidad instrumental correspondiente, para impartir la propia especialidad. Aunque no cerremos todas las puertas, una escuela de música en una zona rural despoblada con pocos recursos y poco alumnado puede necesitar que se flexibilice esta medida..
Y ahora viene otra bomba nuclear: el profesorado debe disponer de formación pedagógica y didáctica que acredite sus competencias docentes, con una duración mínima equivalente a 60 créditos.
Piensen ustedes que, hoy en día, no se exige este requisito para impartir la docencia en los conservatorios de música profesionales. Ya estamos otra vez cargando las tintas sobre los más modestos.
Ningún inconveniente cuando de mejorar la formación inicial del profesorado de escuelas de música se
trata, siempre lo hemos propugnado. Pero se debería concretar más y establecer medidas transitorias y de acompañamiento para que no se distorsione el sistema ni los derechos adquiridos del profesorado. A falta de ver la concreción del Decreto, lanzamos las siguientes reflexiones:
Bravo por la exención de este requisito a los titulados de la especialidad de Pedagogía de las enseñanzas superiores de música. Era de justicia.
Respecto al ejercicio del liderazgo, el nuevo Decreto avanza. El Decreto obliga a incorporar la figura del director (ya lo hacía el anterior) y a exigirle una formación específica de 130 horas. Es un curso superior. A
estos sí se les da un periodo transitorio para la obtención de este requisito.
Además, nos parece muy acertado que el director tenga el título superior de música y forme parte del claustro. De esta manera, se asegura que los directores sean profesionales de la educación musical capaces de liderar un proyecto de carácter educativo.
Y ahora viene otra medida de alcance, a cuenta del horario del profesorado en lo que respecta a las horas complementarias.
“Las horas complementarias del personal docente serán determinadas proporcionalmente a partir de las horas de docencia directa que tiene cada docente.«
Para que me sigan, en las enseñanzas formales de los conservatorios públicos, el profesorado dispone de 12 horas complementarias. En la mayoría de las escuelas de música, debido a la escasez de recursos, se contratan y pagan solo las horas de docencia. La cosa no da para más.
Se trata de una mejora laboral que agradecerá el profesorado pero que nuestras sociedades musicales a duras penas podrán asumir, a no ser que reciban más ayudas para ello.
Para finalizar, la gran decepción. Ningún avance en la financiación, una simple remisión a la Ley Valenciana de la Música que en este terreno sigue durmiento el sueño de los justos y la habitual regla de no incremento de gasto: la Conselleria de Educación debe con sus propios medios atender lo nuevo.
Un reforma de este enorme calado debe ser sustentada con más recursos. Los 11.300.000 euros de la orden de subvenciones deben ser incrementados sustancialmente, de lo contrario, el Decreto quedará en papel mojado. Si se pretende avanzar en un modelo de mucha más calidad y exigencia, van a ser necesarios compromisos más firmes de financiación, y no solo confiarlo a la línea de subvención que tiene una capacidad limitada para generar transformaciones profundas.
¡Qué lástima! Con la gran cantidad de fondos europeos que estamos recibiendo, destinar unos pocos al
desarrollo de este proyecto, sacaría de la precariedad laboral a más de cinco mil profesores/as, ayudaria a sostener y mantener a nuestras sociedades musicales y por encima de todo, mejoraría la calidad educativa para atender las necesidades formativas del conjunto de la población.
En conclusión, un gran avance en el terreno educativo y la mejora integral de las escuelas de música. Una innovación en la línea correcta pero, al mismo tiempo, un precio elevado para su implementación sobre las espaldas de las sociedades musicales, bastante cargadas ya y con las fuerzas muy justas. Esperemos que se tomen las medidas adecuadas para la financiación.
Manuel Tomás Ludeña
Socio fundador de LIMES3